martes, 11 de diciembre de 2012

A 24 Años Del Tercer Título Intercontinental



Fue un grito único y visceral, nacido en el alma y en los sentidos, un estadllido emocional intenso y hermoso, que sólo es posible comprender cuando se es hincha del fútbol de verdad. Sólo si hay un compromiso espiritual tan profundo con los colores se puede sentir una alegría como esta de Nacional en Tokio.Apenas Tony Gómez terminó de patear el penal número veinte de la serie para consagrar por tercera vez campeón intercontinental a su club, el sentimiento reprimido por la angustia se hizo expresión en un alarido triunfal, glorioso, que hermanó voces y corazones: "Nacional pa´todo el mundo!"


Los suplentes de Nacional, el cuerpo técnico entero, una barra directivos e hinchas y varios hombres de prensa. Todos tensos, expectantes, alterados, esperando el penal que de una vez por todas desatara la euforia. Porque no fue una final cualquiera. El PSV era ultrafavorito para ganar y Nacional lo estaba derrotando claramente. El colombiano Jesús Díaz no le dio un penal que pudo ser el definitivo 2-0 y después, entre el terrible olfato goleador del brasilero Romario y un absurdo penal sancionado por días que convirtió Koeman, pusieron la ventaja injusta para el equipo holandés. Cuando ya las banderas naranjas flameaban anunciando el triunfo del PSV, Ostolaza empató el partido.


El reloj del estadio marcaba ciento veinte minutos en el instante que el Vasco metió por segunda vez la cabeza ganadora. Ahí nomás ya había olor a hazaña. para redondearla, ni bien empezaron los tiros desde los doce pasos, el PSV se puso 3-1 arriba. Otra vez la gloria coqueteaba con los europeos. Pero el temple de estos humildes muchachos de Nacional, su determinación de aferrarse al triunfo como única posibilidad de futuro, fue más fuerte que los errores del árbitro, que la táctica del PSV y que los nervios traicioneros de una definición tan emotiva.Por eso ganaron, por eso fue hazaña como pocas. Y llegó a la uruguaya, con la vida puesta en el objetivo.


Nacional sorprende a todos


El PSV también. Uno esperaba una máquina veloz y arrasadora que atacara desde el primer minuto. Nada que ver. Los holandeses, cuidadosos al extremo, prefirieron los pases laterales y seguros y no se atrevieron a bucear al fondo de Nacional que se quedó en su campo esperando el vendaval rojo.Cuando Hugo De León se dió cuenta de que no había ningún vendaval, se adelantó cuarentra metros y la alargó para Vargas. "Pinocho" no pudo con su marcador, pero logró un corner. Lo tiró William Castro, perfecto, bombeado y pasado, Van Breukelen (le hicieron una fama tremenda, falló en los dos goles), lanzó un puñetazo, pifió y la pelota siguió. Por atrás entraba Ostolaza como tren bala y con un frentazo violento dejó asombrados a los 62.000 japoneses. Uno a cero a los siete minutos. A los diez, Koeman quiso entregarla atrás a Van Breukelen y De Lima se la robó. El nueve se fue totalmente solo y, cuando intentó eludir al arquero, este le enganchó el pie derecho. Penal claro. Jesús Díaz, bastante animoso contra Nacional, dijo que no hubo falta. Pudo ser el 2-0 definitivo. Que casi llegó a los 43 cuando De Lima arrancó como un tractor por la izquierda, se arreó a un defensor y metió un latigazo de zurda que a duras penas tapó Van Breukelen. El rebote fue otra vez a los pies de De Lima, otro zurdazo y Heintze deshizo sobre la raya lo que parecía un gol hecho. Primer tiempo claro a favor de Nacional, mejor plantado y más peligroso. Con el agregado de que no se pegó una patada. Esta debe ser una de las finales más limpias que se recuerden, al menos de esta Copa.


Una injusticia se lleva la copa


Un balón pronunciado del campeón de América en el segundo período le permitió al PSV mejorar su imagen y empatar el partido gracias a un cabezazo de Romario. El brasileño es como una fiera a la que tienen como una semana sin comer y el domingo le abren la jaula dentro del área. Dueño de una agresividad espectacular. Se fueron los noventa minutos y llegó el suplementario. A los cinco minutos del segundo tiempo extra, el canadiense Ellerman se cayó aparatosamente entre Revelez y Tony Gómez, y Jesús Díaz, a cuarenta metros del área, cobró penal. Los más amargadosya hablaban de despojo. Koeman la mandó adentro y lo que era un gran triunfo del humilde Nacional, pasaba a manos de los ricos holandeses.


Una hazaña la devuelve


Pero si hay algo que Dios le ha dado al pueblo uruguayo, es coraje, determinación, garra y entusiasmo. Y Nacional lo demostró una vez más. Sin claridad, con nerviosismo, atacó en los minutos que quedaban. El reloj marcaba ciento diecinueve minutos y fracción cuando Morán pateó desviando el arco y el arquero Van Breukelen la detuvo cómodamente, pero detrás de la raya de fondo. Díaz, en otra falla gruesa que compensó en parte las anteriores, entendió que el balón había rozado en Gerets y dió corner. La última chance. Ya el cronómetro indicaba ciento veinte minutos. Todos arriba, con los tres grandotes al segundo palo (Revelez, Ostolaza y De León). Vino el centro milagroso de Yubert Lemos, bien pasado, Van Breukelen volvió a quedar en el camino y el Vasquito Ostolaza, un botija noble y bueno como no hay dos, metió un cabezazo heróico.Dos a dos increíble. A la uruguaya, a lo Nacional, que no ni no... El PSV integro protestando el córner que no fue y Nacional entero presintiendo la hazaña en los penales. Que agregaron todavía una cuota extra de sufrimiento. Al séptimo penal ganaba el PSV 3-1. Su triunfo era un decreto. Pero William Castro y De León convirtieron sus disparos, Lerby estrelló el suyo en el palo y la serie inicial quedo en empate: 3-3. Hubo que esperar diez penales más para gozar del carnaval de los sentidos. Jorge Seré atajó su tercer remate a Van Aerle y Tony Gómez quedó con el corazón de medio pueblo uruguayo en sus pies. Le pegó tranquilo, suave y a la izquierda del arco; Van Breukelen no llegó y una explosión de llanto y júbilo se esparció por el Estadio Nacional de Tokio. Los amables y correctos japoneses aplaudían sin entender el significado de esas cinco palabras que un grupo enloquecido de uruguayos profería roncamente: Nacional pa´todo el mundo...!!!


Se abrazaron todos. Nos abrazamos todos. Lloramos y lloramos. Juntos, temblorosos, asistimos a la entrega de la Copa intercontinental que pareció agigantarse en las manos de Hugo "Corazón" De León. Y juntos caminamos hacia el vestuario en el que se escuchaban todos los gritos, se sentían las emociones, se derramaban todas las lágrimas.Cantamos la gloria todos aquí, asombrando a los japoneses que miraban sin entender -o entendiendo todo- y pensando en el júbilo desatado por las calles imborrables de Montevideo, tan lejana y tan próxima. Nacional un orgullo de América, estaba haciendo vibrar al mundo con la verdad del fútbol, de su temple, de su coraje. De su estirpe Charrúa.(

Fuente: Revista El Gráfico, 1988)


Nacional 2 (7) / PSV Eindhoven 2 (6)
Fecha: 11 de diciembre de 1988 Cancha: Estadio Olímpico de Tokio - Japón


Nacional: Jorge Seré, Tony Gómez, Hugo De León, Daniel F. Reveléz y José L. Pintos Saldaña; Santiago Ostolaza, Yubert Lemos y Jorge Cardaccio (Carreño); Ernesto Vargas (Morán), Juan C. De Lima y William Castro.

PSV Eindhoven: Breukelen, Gerets, Koot, Koeman Y Heyntze (Valckx); Lerby, Van Haerle y Van dem Burg (Gilhaus); Romario, Kieft y Elleman.

Goles: Tiempo reglamentario: 7' Ostolaza (N) y 75' Romario (PSV). Tiempo Suplementario: 10' Koeman (PSV) de penal y 29' Ostolaza (N).

Penales: Para Nacional marcaron Yubert Lemos, William Castro, Hugo De León, Juan C. De Lima, Daniel F. Reveléz, Santiago Ostolaza y Tony Gómez. Breukelen le detuvo el penal a Carreño. Morán desvió su remate y el tiro de José L. Pintos Saldaña dió en el poste. Marcaron para el P.S.V. Eindhoven: Koeman, Gilhaus, Romario, Elleman, Valckx y Koot. Jorge Seré detuvo los tiros de Kieft, Lerby, Gerets y Van Haerle.


"Fue el día en que me sentí más hincha"Por Luis Hierro López - Vice Presidente de la República


Al mencionar a Nacional, afloran sentimientos profundos de una gran institución deportiva y social que tanto ha hecho por la identidad del Uruguay, que tanto significa para el deporte uruguayo, para esa enorme cantidad de personas que se sienten identificados con esta enseña y esta causa. Somos una gran expresión del espíritu constructivo del país, de lo que se puede hacer cuando nos ponemos a construir. Mi adhesión a la causa es total. Desde antes de nacer era tricolor, en la medida que mi padre también era hincha de Nacional.


Haber vivido personalmente la final de Tokio en el año ´88 fue lo más grande que me tocó como hincha. Fue una situación muy casual, porque era diputado entonces y a mediados de ese año el embajador de Japón me visitó para decirme que me habían seleccionado entre un conjunto de jóvenes líderes de la política latinoamericana para visitar Japón. Por mis obligaciones parlamentarias les dije que podía realizar dicha visita solamente a fin de año sin imaginarme nunca que Nacional iba a estar entonces en la final del mundo. Tuve la enorme fortuna de llegar a Tokio el 8 de diciembre y la final se jugó días después. Vi el encuentro sentado en el palco y sin dudarlo fue el día en que me sentí más hincha de Nacional, que grité los goles en forma desaforada, que conviví con la enorme alegría de los jugadores en el vestuario, junto a los dirigentes y periodistas uruguayos que llegaron a aquel país para cubrir el encuentro. Fue una jornada inolvidable que permanece grabada en mi memoria.

El Gráfico

Fuente





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